martes, 8 de junio de 2010

Common people

8 – 06 – 10.

“Estoy esperando afuera de Denfert Rochereau y este hombre siempre llega tarde, así que escribo... oh mierda, la tinta de la pluma ya me manchó toda la mano. Escribo luego.”


Y en eso salió M del metro, le presumió su mano llena de tinta de una pluma fuente que cada vez está más al borde de sus últimos días. La abrazó, caminaron en busca de algo que comer, “creo que por allá hay un sushi de medio pelo” “ah muy bien, me parece bien”.
“¿Cómo se sostienen estas cosas? Coño, que complicado.”
“Er... mira, pones tus dedos así y... jajaja nah, olvídalo.”
Y platicaron de todo, la receta del guacamole, la chica que obtuvo un trabajo genial, las despedidas, las madres que aparte de su profesión tienen la ambición de ser arquitectas o decoradoras de interiores y que arreglan el cuarto de uno sin que uno se entere, las chicas que buscan marido y que se cuelan en los picnics de otros, el calor, los inicios de clases, los masters, el futuro, las dietas a base de arroz y evadieron el tema de que ya no se iban a volver a ver. A toda costa se tenía que evadir el tema.
Llegó la cuenta en lo que él había ido al baño, pensó en invitarlo y luego pensó “¿para qué? No viene al caso”, dejó un billete de veinte, él regresó, ella fue al baño y al regresar él le extendió el billete de veinte para dejar claro que la estaba invitando y que era lo menos que podía hacer.
Caminaron de regreso al metro y salió el tema evadido. Viviendo del otro lado del mundo es complicado saber cuando volverá uno a ver a sus amigos de temporadas así, a su familia escogida.
Y, claro, como siempre en el caso de ella: Inserte su comentario idiota aquí: ________.
Al llegar al metro llegó el momento inevitable en dónde uno va a una dirección y el otro a la dirección opuesta. Se abrazaron y ella ya dijo sin ningún problema “Te voy a extrañar”. Ya, que sino me suelto a llorar.
Y, zaz, ella entra al andén, se sienta al lado de una viejita tejedora y en lo que Mac Abbé et le Zombi Orchestra suena en su cabeza, una lágrima corre y no puede evitarlo.

Viejita tejedora: Ça va?
Ella: Ouais, ouais, ça va, merci madame.

lunes, 7 de junio de 2010

Heriditas tipo cortada de papel

Las niñas “bien” no mientan madres, ni intercalan en sus discursos familiares 45 palabras altisonantes.
Las niñas “bien” no tienen más de 2 aretes, siempre en las orejas y siempre con una asimetría que no viene del mostrador de Sanborns.
Las niñas “bien” no beben cerveza directamente de la botella... vamos, no beben cerveza y menos en cantidades industriales.
Las niñas “bien” no entienden el sarcasmo.
Las niñas “bien” miran primero el apellido que los ojos y el código postal antes de la boca.
Las niñas “bien” jamás despertarán sin saber quién está al lado. Y, en caso de que si lo hagan, jamás lo admitirán.
Las niñas “bien” siguen encontrando en la tradición y en las buenas formas una liberación dentro de las rejas y los estereotipos.
Las niñas “bien” buscan trabajos que les permitan seguir siendo socialités y que no implica mayor cosa que ponerle espumita a un café nice.
Las niñas “bien” tienen tantas amigas como accesorios, con la misma finalidad.
Las niñas “bien” andan a la caza de un marido “que mejore la raza” (¿de dónde me suena la expresión?) y que sirva, de igual manera, como accesorio.
Las niñas “bien” no fuman cual chacuacos. Les da cosita que el chico que las bese piense que es como lamer un cenicero.
Las niñas “bien” podrían tener una biblioteca impresionante con puros lomos falsos y jamás darse cuenta.
Las niñas “bien” no estudian una carrera de hombres ni que implique entrar en crisis con uno mismo.
Las niñas “bien” preguntan si en Londres hay playa.
Las niñas “bien” no siguen soñando con su ex de hace cuatro años y despiertan pensando en porqué carajos lo extrañan.
Las niñas “bien” no guardan recuerdos dolorosos y, en cierta forma, los atesoran como aprendizajes a fuerza de madrazos.
Las niñas “bien” no aceptan extrañar a alguien con quien las cosas no funcionaron.
Las niñas “bien” sonríen sin saber ni preguntarse si son felices.
Las niñas “bien” no le echan vinagre a las heriditas tipo cortada de papel ni cuestionan por que, de repente, uno no quiere que se desaparezca la cicatriz.
Y bueno... ya ni digamos de la falta de iniciativa para chingar al ajeno con una previa justificación o para ser ellas mismas.

¿Ser o no ser? Esa es la pregunta del millón.

Y... si, este post es taaaaaaaan políticamente incorrecto y taaaaaan lleno de prejuicios que, a estas alturas del partido, ya me vale madres.