jueves, 13 de agosto de 2009

Tristeando

Estoy justo en ese punto en donde comenzaré a hacer uso del blog como forma de desahogarme, así que - de nuevo - mil disculpas por los posts chillones y trágicos.

Sucede que ya me voy (así, ya, que pinche miedo-emoción). Ya tengo mi super visa, lugar en donde caer, ganas de comer cosas lacras porque no habrá lana para otra cosa, ganas de tomar clases raras y, sobre todo, ganas de poner un chingomadral de puntos finales a todas esas historias que ya nada más no y algunos puntos suspensivos a las historias que chance sí - chance no.

Ahora me dedico a fumar como endemoniada, tomar té de frutas y cítricos, chela y whisky, a platicar 9 horas de corrido con gente chida, a pasarla bien, a escuchar a Lila Downs - o en su defecto (como en el caso presente) a Tchaikovsky (as cursi as it gets) - y a pensar en que va a ser de mi.

Y, también, me dedico a pensar que me provoca una hueva infinita un wey en particular, que sólo me ha visto 4 veces en su vida, que argumenta que no es posible ni lógico que yo lleve dos días llegando a MI casa a las 4 de la mañana sólo porque la plática se puso buenísima, ni que estuviera casada (vamos, ni que fuera mi wey) o le debiera varo o fuerza de trabajo caray.

En resumen, tengo ganas de llorar pero no puedo llorar y eso es super frustrante. Y dentro de todo mi desmadre creo que sólo me hace falta un momento de risa descontrolada que, curiosamente, se fusionaría con el llanto. Tal vez termine llorando con El Lago de los Cisnes, lo cual ya aportaría los violines en fa menor de fondo.

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