lunes, 6 de julio de 2009

When the violence causes silence, we must be mistaken

Dentro de las múltiples cuasi-relaciones que he tenido, existe una súper especial. Nunca terminó realmente (es decir, jamás nos sentamos a hablar de que ya no valía la pena y bla bla bla, sino que nada más dejamos de frecuentarnos) y eso es lo que ahora me intriga...
Justificar a ambos lados
En mis primeras vacaciones largas – dígase las de 4º de prepa, cuando solía salir en mayo y entrar en agosto – el grupo en el que estaba mi hermano iba a tocar en la Tradicional o no sé en dónde, así que decidí ir por mi cuenta para después pasarle la reseña a mi madre de cómo le habían aventado un bra rosa a mi hermano y se lo habían rotado todos los del grupo a la mitad de la presentación, etc. etc.

Cuando mi hermano terminó su presentación yo me quedé vagando por la vida en lo que tocaban los otros grupos. En eso, uno de los de la banda de mi hermano llegó a hacerme compañía. Era el wey que siempre había buscado: cabello negro todo revuelto, ojos verdes, más alto que yo (que no es muy difícil), un poco oscuro, algo incomprensible y más raro que un rancho con timbre. Tenía un gorrito negro que se le veía increíble y le daba un aire interesante. De la nada se acabaron las palabras y comenzaron los típicos besos en lo que sonaba Zombie de The Cranberries de fondo (¡es increíble que me acuerde de detalles tan absurdos!). Me dio su gorrito negro que tardé días en quitármelo, mi hermano me preguntaba que cómo demonios me atrevía a ponerme aquél cultivo de gérmenes pero, al fin y al cabo, la sonriente era yo.

Comenzamos a salir bajo la pregunta obligada de: “¿A dónde quieres ir? ¿Al Chopo o a Coyoacán?”, evidentemente, por cuestiones geográficas y de paranoia mía, íbamos a Coyoacán. Él encontraba una especie de estética retorcida en las ratas que circulaban, yo moría de pánico. Él era un metalero divertido y buena onda, yo nada más era una persona a la que le gustaban The Cranberries. A él, por parte de sus desmadres mentales, se le iba la onda frecuentemente y yo moría de la risa. Total, que jamás pasó nada entre nosotros, ça veut dire, nada comprometedor o propio de una relación formal.

Pasaron las semanas (porque a mi eso de los meses se me da de manera muy esporádica en este tipo de historias) y en una de esas, él se fue a quien sabe donde de vacaciones y la historia se marchitó un poco. Después nada más nos veíamos a veces y ya no había mucho de qué hablar. Después fue la relación con A.G. (véase el post) y ya no volví a acordarme hasta hace unas semanas cuando me entró la nostalgia, después de habernos puesto en contacto intermitente por msn sin que yo lo notara demasiado y él juraba que no me acordaría de su persona. Y, por alguna extraña razón, no he podido sacarme la historia de la cabeza...

Creo que la tirada es que, de aquí a que me vaya, los posts serán nostálgicos, chillones y catárticos para mí. Disculpen las molestias que esto ocasione.

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